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Uno, Dos, Tres, probando . . . ¡¡¡ Está encendido !!! Bien esto no es un discurso. Ni te emociones. Nunca había contemplado tanta determinación por enseñar que pi es equivalente a 3.1415 y mucho más. Hasta que conocí a mi profesor de Matemáticas en la secundaria.
Era el año de 1992 cuando yo cabalgaba en mi bello corcel llamado: La Geometría Euclidiana. Tan velozmente como no te lo puedes imaginar. Recorriendo esas grandes llanuras del pastel de queso, tan paralelas y perpendiculares. Que la aventura y yo pareciera que fuéramos dos segmentos concatenados……………….. Bien, es broma.
Pero lo que no es un chiste es decirte que esta vida necesita a más intrépidos que vuelvan sus sueños realidad. Que se conviertan en aquello que tan apasionadamente desean. Que se conviertan en buenos humanos, buenos hombres y mujeres. Buenas personas.
¿Por qué ser buena persona?
Para empezar porque es super genial ser bueno. Así de simple. Puedes ayudar a unos cuantos, algunos y muchos. Creces de una forma sana en dirección hacia todos lados. A consecuencia tendrás una existencia más plena. Y con más significado.
Los profesores. Son un claro ejemplo de lo que son las buenas personas. Pero hablo de los profesores de verdad. Los mentores. Los que te enseñan. Te cuidan con educación. Que aman compartir y motivar. Los que siembran y cultivan valores de calidad en ti.
Te muestran que la historia no se termina cuando sales de la escuela o llegas a una determinada edad. Los que toman tus defectos y los convierten a base de conocimiento y dedicación en virtudes.
Muy bonita poesía todo esto que te cuento. Sin embargo, ser profesor también implica tener el poder de poder cambiar el mundo. Eso es una gran responsabilidad. Y es que aprender es tan indispensable como respirar o comer. Es una necesidad.
Lo he visto en el rostro de las personas. En sus ojos. La educación altera y modifica vidas de una forma tan mágica y especial. Describe y repara. Sin dejar de evolucionar constantemente la forma en que observamos e interactuamos con el entorno, tal cual lo percibimos. Llega hasta los huesos y te transforma por completo.
Es una sensación que no podría describir. Eso solo se siente.
Como cuando una oruga se encuentra en el capullo lista para convertirse en mariposa. Algunos somos orugas. Que miran desde una rama el aleteo de las mariposas. Y otros mariposas. Inspirando. Mostrando que hay más caminos o rutas. Ajenas a nuestra comprensión. Pero que están allí para ser navegadas.
Ser profesor no es fácil. Los padres siempre te exigirán lo mejor de ti. No obstante si ellos conceden muy poco o nada. Te pedirán dar y ser. Sin condiciones. Sin importar si sus hijos o ellos mismos estén dispuestos a recibir. Aportar. Comprender. Pero sabemos sin duda alguna, que tu trabajo es marcar la diferencia.
Es buscar esas orugas en el jardín y mostrarles que vale la pena. Que se puede navegar. Ten presente: si no pudieramos volar no existiría razón tan poderosa para contemplar las mariposas.