Visitas: 0

 

El domingo pasado fui a un tianguis que me queda un poco cerca de casa a buscar un maletín de piel.  El cuál usaría para guardar publicidad. Lo encontré. Para los que no sepan un tianguis es como un mercado en la calle.

 

Pude observar 2 situaciones que me parecieron muy curiosas:

 

La primer historia: Había un joven aproximadamente de mi edad (Ya se que estás pensado y si. Aún soy joven) . . . . Continuando con el relato: el estaba vendiendo bolsas de navidad a un costo accesible. Se encontraba ahí. Parado. Con las bolsas en la mano. y decía lo siguiente:  ::::::::: LLEVE SU BOLSA DE NAVIDAD :::::::::::

 

Yo llevaba mi propia bolsa. Y solo me quedé quieto mientras él se dirigía a mi. Pensaba y pensaba. Lo que se sentiría estar en sus zapatos. Ser joven y que a pensar de que tengas un producto promedio y trates de hacer las cosas bien. Nadie crea ni un poco en ti. Bien. Me tocó el corazón.

 

Siendo muy sincero he pasado muchas veces por ese momento. Se lo que se siente estar en esa posición, con ese color y ese sabor. Con los sueños en la mano. Con el panorama jodido a más no poder.

 

Y ahora un poema …….

 

Fracaso, llegas y me acompañas.
De repente. Te apareces partiéndome en dos, en tres
en cien. Me rompes.

¿Qué sería de mi sin ti? Ojalá. Supongo. Que muy poco
ó nada. Me has mostrado que debo tener motivos. Aprendizaje.

Motivos más fuertes que el sol. Eres el mejor maestro,
amigo, un mentor.

 

Segunda historia: Un hombre de aproximadamente 60 años dibujando el rostro de una niña de 12. Esa era la forma en la que este hombre se ganaba la vida. Dibujado.

 

Lo más grandioso es que no era bueno. ¿Quién soy yo para juzgarle? Pues nadie. Solo te cuento la experiencia. El lo intentaba. Lo hacía realidad. Sin importar si poseía el talento suficiente. Sin importarle lo que el mundo diría.

Esta es la parte de la publicación donde digo:

FIN.